La piel está formada por la epidermis y la dermis, bajo las cuales se encuentra el tejido subcutáneo o hipodermis. La piel también contiene lo que se conoce como apéndices o anexos cutáneos, como glándulas sudoríparas, glándulas sebáceas, folículos pilosos y uñas. La piel, protege al cuerpo de daños mecánicos, evita la pérdida de agua y regula la temperatura corporal. Es, por tanto, un órgano que, como el hígado o el corazón, tiene funciones muy diversas 1. En consecuencia, al igual que otros órganos, puede tener sus déficits, así como enfermar.
Dentro de las afecciones más comunes de la piel, se encuentra la piel atópica o eccema. Esta afectación cutánea, también conocida como dermatitis atópica, puede afectar a la piel de adultos y niños. Por otro lado, la piel sensible es un tipo específico de piel que la hace más reactiva hacia los agentes externos como cremas hidratantes, geles de ducha o incluso la ropa o el clima.
A lo largo de este artículo, te hablaremos de los síntomas de la piel atópica, así como los síntomas derivados de una piel sensible para que puedas diferenciarlas y encontrar el tratamiento o cuidados que más se ajusten a tu piel.
Piel sensible, características y síntomas principales
La piel sensible no es una enfermedad de la piel, sino un tipo de piel que reacciona de forma muy diferente a las influencias externas frente la piel normal. La piel sensible pica, arde y está tirante. Rápidamente aparecen rojeces e incluso erupciones, síntomas también de la piel atópica. Esto ocurre cuando se alteran los mecanismos de defensa. En la mayoría de los casos, se debe a una hidratación insuficiente de la epidermis y a daños en la capa hidrolipídica protectora por cosméticos que cambian su reacción ácida a alcalina.
La piel sensible y sus síntomas pueden aparecer debido a la contaminación atmosférica, los conservantes y los pesticidas ingeridos con los alimentos. También le afectan negativamente las habitaciones con aire acondicionado, la calefacción central, los ingredientes químicos de los cosméticos, las especias picantes, los estimulantes, es decir, los cigarrillos y el alcohol, la falta de aire fresco, la mala alimentación, el exceso de detergentes, el agua dura, los tejidos sintéticos, el estrés y los cosméticos inadecuados.
Hasta hace poco, se pensaba que sólo las pieles secas podían ser pieles sensibles, mientras que las grasas y mixtas eran más resistentes. Sin embargo, la hipersensibilidad y la susceptibilidad a la irritación son independientes. La piel seca puede también derivar en piel sensible, cuando se expone a agentes irritantes, se seca y se quema, apareciendo pequeñas manchas rojas. La piel mixta y grasa también se quema, se descama y a veces presenta grandes manchas rojas. Normalmente, las personas de piel clara y pelo claro o pelirrojo tienen la piel más sensible. La piel sensible aparece en la cara, el cuello y el escote.
Sin embargo, lo más importante es que si se cuida adecuadamente la piel sensible, es decir, se utilizan los productos o cosméticos adecuados, se cambian los hábitos de higiene y se reducen las influencias externas, los síntomas persistentes desaparecen. Por ejemplo, puedes usar una crema emoliente para mantener a raya los mencionados síntomas en el cuidado diario de la piel de adultos, niños y bebés.
Piel atópica, características y síntomas principales
Lo contrario ocurre con la piel atópica, que a diferencia de la piel sensible, no puede tratarse simplemente con cuidados de la piel. La dermatitis atópica es una afección que debe tratarse dermatológicamente. Además, a veces el tratamiento requiere también la consulta con un alergólogo, un pediatra, un psicólogo y un nutricionista. Los cosméticos pueden aliviar los síntomas desagradables, pero no eliminarlos.
La dermatitis atópica es una dermatosis inflamatoria crónica de la piel, con periodos de exacerbación y remisión. Es una enfermedad que llega a ser de por vida en muchas ocasiones. En los últimos diez años se ha producido un aumento constante del número de casos 2 de personas con piel atópica. La aparición de los síntomas de la piel atópica depende de una serie de factores, tanto genéticos como ambientales, pudiendo aparecer síntomas por el calor excesivo durante el verano o el frío en invierno.
Los principales síntomas del eccema o piel atópica son enrojecimiento y sequedad de la piel, picor, descamación y tendencia a infecciones bacterianas recurrentes. La dermatitis atópica también se asocia con liquenificación o engrosamiento de la epidermis. Las lesiones suelen localizarse en las articulaciones del codo y la rodilla, la cara y el cuello, pero pueden extenderse por todo el cuerpo. La dermatitis atópica también está muy asociada a enfermedades respiratorias alérgicas como el asma y la rinitis alérgica, de ahí el nombre de "tríada alérgica". Según los alergólogos, el 80% 3 de los niños con DA (déficit de atención) desarrollan otras enfermedades alérgicas más adelante.
El tratamiento de la dermatitis atópica debe ir dirigido a reducir los síntomas (prurito cutáneo y eccema), prevenir las exacerbaciones y minimizar los riesgos del tratamiento. Es complicado lograr un control óptimo de los síntomas. Los dos pilares fundamentales en el tratamiento médico de la dermatitis atópica son la hidratación adecuada de la piel y el uso de corticoides tópicos, pero en casos más graves, deben emplearse otros tratamientos tales como la fototerapia (UVB) o tratamientos sistémicos que tienen efectos en todo el cuerpo 4. Para la hidratación de la piel atópica te pueden ayudar cosméticos como una crema emoliente que proporcione una hidratación efectiva y duradera y otro tipo de productos como una crema calmante que alivie el picor y el enrojecimiento. Ambos alivian los principales síntomas de la dermatitis atópica de forma eficaz, sin necesidad de prescripción médica en España.
Para la prevención de los síntomas de la piel atópica es importante un cuidado diario de tu barrera cutánea contra agentes externos, mantener una rutina de higiene adecuada, por ejemplo con un gel sin jabón, que se ajuste a las necesidades de tu piel sensible o de tu piel atópica.
Fuentes de referencia:
1 Gliński, W., Rudzki, E. (2003). Alergología para dermatólogos. Lublin: Czelej.
2 Ruszkowska, L. (2012). Dermatitis atópica. ¡Hola! ATOPÍA Temporada 2
3 Elżbieta Waszczykowska. Dermatitis atópica - tratamiento. Revisión de alergias 2004, nr 1, s. 24-29F
4 Ridao M. Dermatitis atópica. Pediatr Integral. 2012;XVI(3):213-21